literature

Receta

Deviation Actions

M0cha-5tuff's avatar
By
Published:
787 Views

Literature Text

Receta

Por Mono


Si así es como tratan a un muerto, entonces quiero mi vida devuelta cuanto antes. Me siento fatal y si pongo atención puedo escuchar cómo mi corazón se esfuerza en no molestar a sus vecinos por el esfuerzo que hace. Mis parpados se sienten muy pesados a pesar de estar consciente y aún puedo moverme, aunque sea un poco, como si todavía tuviera un cuerpo. Creo que esta no es la mejor bienvenida posible.

Recuerdo claramente lo que sucedió en ese cráter, debería estar conviviendo con los demás humanos ahora mismo pero estoy aquí en espera de que algo pase. Abro los ojos luego de mi decimoquinto esfuerzo y me encuentro observando a una profunda oscuridad.

Aunque no pueda percibir bien la profundidad sé que el espacio donde estoy confinado es extremo pequeño. Si alzo mi mano estoy seguro que llegare al techo mucho antes de doblar el codo. Cuando hago esto (con mucha dificultad) me doy cuenta de que tengo una serie de cables conectados a varias de mis venas.

— Así que aún sigo vivo… — murmuro con sólo el silencio respondiéndome. Debería estar contento con ello pero no lo estoy. Si aún tengo el estigma de ser el portador del así llamado virus Eureka, no tiene nada de bueno estar vivo. Además no tengo ni la idea más aproximada de dónde estoy, si al menos resuelvo eso último podré estar más tranquilo para volver al primer problema.

Me esfuerzo en recordarle a las partes del cuerpo más alejadas de mi cabeza a cómo funcionar. Esto me toma un tiempo considerable; parecía que llevaba semanas en este lugar.

Cuando fui capaz de moverme completamente pude tocar los bordes de lo que parecía ser una especie de caja metálica, que era el lugar donde me encontraba. En otro momento hubiera destrozado las paredes de una sola patada, de acuerdo estoy exagerando, hubiera creado un plan de escape infalible pero apenas soy capaz de moverme por lo que tendré que esperar un poco más.

Era un alivio que llevara puesto un par de pantalones de tela ligera, puesto que andaba únicamente en mi traje de cumpleaños durante toda esta aventura, si se le puede llamar así. Seguramente esta era una prisión hecha por la Dulce Princesa, para mantener a los criminales más peligrosos en el reino. Nada más adecuado para mi situación.

El silencio del lugar me permite oír cómo se desarrolla el mundo exterior. Casi siempre escucho conversaciones y el paso ligero de varios piececillos. Me quedé escuchando atentamente cada uno de esos sonidos, inseguro de cómo comenzar una conversación.

— ¡Hey, ya estoy despierto! — golpeo la pared con mi mano libre de intravenosas. Jake dice que la sutileza no es uno de mis fuertes.

Debí sorprenderlos porque cuando escucharon mi voz, pude oír el repicar que causan las bandejas y platos al caer. Los parloteos son más ruidosos en esta ocasión. Cada paso, cada respiración y cada movimiento de sus lápices eran registrados en mi cerebro con suma facilidad pues estaban prácticamente saltando encima de mi lugar de reposo.

El bullicio no cesó durante media hora, o al menos así se sintió. No podía distinguirse claramente lo que decían pero al menos pude deducir algunos de sus murmullos, tales como: “infección… caramelo… pastilla… carne… difunto… extinguido… tratar…. matar…”.

No me daban ninguna pista útil pero me tranquiliza saber que no estaba en un lugar desconocido, es decir, si se tomaron tantas molestias para encerrarme en este lugar con suplementos médicos entonces estaban interesados en mantenerme con vida. Por el momento descartaré la opción macabra en la que sólo mantendré mi cabeza hasta que quieran removerla ellos mismos con un público presente. Volví a tocar el techo con mis nudillos como si se tratara de una puerta.

— ¿Alguien puede explicarme lo que está sucediendo? — estaba perdiendo la paciencia, no había nada más que pensar, más que en lo que sucedía ahí afuera, y la oscuridad no era una buena manera de pasar el tiempo.

Al cabo de un minuto tuve una sensación de frescura en mi brazo derecho. Como no podía ver lo que era tuve que guiarme con mi sentido del tacto. Tome uno de los  tubillos, el que pensé estaba dejando pasar un nuevo líquido, por la poca visión que me otorgaba la luz de un monitor pude ver como una medicina, creo yo era color esmeralda, lo recorría desde un hueco de la pared hasta mis venas. Tan pronto como se propagó comencé a perder la movilidad que a duras penas logré recuperar y quedé nuevamente inmovilizado.

Aún podía sentir mi ropa, además de los vendajes que cubrían mi pecho. Pude mantener uno de mis ojos abiertos, incluso si no podía ver nada me parecía pertinente el hacerlo.

En la pared de la derecha se abrió una rendija lo suficientemente grande como para dejarme ver a mis captores. Eran numerosos médicos de dulce quienes anotaban en tabletas de madera sobre algunas pruebas físicas que me hicieron mientras estaba inconsciente, también vi a una preocupada y refinada cara de color rosa pálido.

Tragó un poco de saliva y procedió a explicarme la situación.

— Lo lamento tanto, Finn. Pero… tenía que ponerte aquí o la Dulce Gente hubiera explotado al verte de nuevo — la primera oración que escucho en mucho tiempo y proviene de una persona que está asustada de mi, o al menos de lo que esta piense. Por lo menos tenía lógica.

— Tranquila, Dulce Princesa… hubiera hecho algo peor en tu lugar — al menos estaba siendo honesto. Noto cómo trata de evadir mi mirada cuando estoy hablándole y esta vez sé que yo no soy la causa de esto.

— No debes culparte a ti misma — digo de repente, logrando que ella se oculte detrás de su largo cabello de dulce. No trato de negar su culpa, solo trato de justificar sus acciones. Todos fuimos victima de algo que seguramente aún tengo en mi interior y no debería culparse a sí misma por ello.

— Si pudiera mover mi brazo te confortaría, ¿te importaría hacerlo por mí? — Ella suelta carcajadas casi de inmediato, me alegra que aún siga siendo risueña a pesar de su edad. Su mano enguantada entra en la cabina y comienza a revolver mi cabello. Es una lástima que no pueda defenderme.

— Sigues siendo tan tierno como siempre, Finn — creo que sonrojarse por el cumplido de un antiguo amor platónico no es algo malo, y en retrospectiva sigue siendo algo masculino.

— ¿Jake está bien? — mi pregunta devuelve el seño decaído que tenia la princesa y devuelta a su rostro.

— Sí… él está bien…

— ¿Sucede algo, Dulce Princesa? — pregunto desconcertado por su respuesta. Tiene el hábito de contestar pausadamente si es que algo malo sucedió.

Ella da un largo suspiro antes de contestarme.

— Veras… — La conversación nos lleva varios minutos. Me explicó lo que había hecho con Jake y me dijo sobre las jeringuillas que tenía en casos de una emergencia extrema. El conflicto interno que ella tenía era que engañó a la Dra. Princesa para que las usara y que lo hizo sin saber lo que le ocurriría a Jake si se le aplicaba una dosis concentrada del extraño líquido.

No sabía cómo reaccionar. Ella creó un suero sin nuestro permiso y con él puso en peligro a mi hermano… pero por otra parte, nos salvo a todos.

— No te preocupes, estoy seguro de que a Jake le gusto ser un gigante. Te perdonará en un santiamén — le digo en una voz animada que hace que me sienta casi tan empalagoso como ella.

Se nota incredulidad en la cara de la princesa, creo que pensaba que reaccionaria de manera distinta. No sería la primera vez que tenga un molesto exabrupto por sus acciones, pero sería incapaz de enfadarme con ella, en especial si lo que hizo fue con buenas intenciones.

— Gracias, Finn — vuelve a revolver mis cabellos mientras sigo indefenso por el sedante, aplicado por una enfermera a causa del pánico. Trato en vano de alejar su mano pero eso sólo la motiva a hacerlo con más saña. Ambos reímos sanamente por unos momentos más.

Mientras las risas mueren no puedo evitar soltar una última interrogante.

— Dulce Princesa, ¿Dónde está Marceline? — Era el último cabo suelto que quedaba y el que de verdad quería resolver.

La princesa aclara su garganta insegura de que responderme. Ciertamente esta señal es más confusa que las anteriores.

—…No sabemos Finn.

— ¿A qué te refieres? — respondo casi de inmediato, no dejaría que la imaginación me ganara y sacara conclusiones antes de tiempo. Necesitaba respuestas.

— Me refiero a que nadie la ha visto desde el incidente y no sabemos nada de su paradero — no creo que cinco dosis más del sedante me hubieran detenido en aquel momento. Derribé los pesados muros que me rodeaban en un arranque de ira mezclada con ansiedad. Mi mente comenzó a crear los peores escenarios posibles para lo que pudo haberle sucedido luego de que me mordiera, algo que en verdad no quería hacer.

No estaba seguro de cómo sobreviví a eso o si fue la causa de que aun siga con vida… y no pudo importarme menos. Luego de destrozar el lugar tratando de buscar a Marceline, incluso debajo de una tapita de gelatina, desperté con amarras en otra cama y sin la prisión que representaba la caja de metal. Lo primero que vi fue a un redondo mayordomo hecho de menta, esperando a que despertara.

— Muy buenos días Señor Finn — saludó afectuosamente, como siempre hace.

Mentita estaba cubierto por muchos vendajes y era así como mantenía unido su cuerpo. Me explicó que mi estallido no duró mucho y que caí noqueado por el cansancio después de eso. Su énfasis en la palabra noqueado me llevó a dudar de la historia.

Él estuvo cuidándome hasta que me calmé, aunque siendo sincero no me sentía capaz de hacer algo que se considerara malo en presencia de Mentita. Entonces me dijo que podía visitar a Jake en la habitación adjunta.

Oír esto me motivó a recobrar fuerzas suficientes como para ir a dar una caminata. No estaba tan mal como cuando desperté de mi letargo hace unas horas (por lo que me dijo Mentita) así que me puse una bata y caminé usando el soporte de los sueros como un bastón. Y si el mayordomo dejaba que me fuera entonces él ya sabía que no intentaría nada.

Al abrir la puerta de su habitación me encontré con mi mejor amigo y hermano conectado a varias maquinas. El daño hecho por mis acciones más el de la inyección lo llevó a estar en esta cama, luchando por su vida en la flor de su juventud.

Mis ojos empezaron a humedecerse hasta que una risita disimulada me detuvo de romper en llanto. Provenía de Jake. Al acercarme pude ver más allá de los aparatejos que lo cubrían como aguantaba la respiración para evitar moverse mucho.

— ¡Jake! — le grité enfadado. Todo este tiempo me estaba jugando una broma, una de muy mal gusto. Mi voz lo ‘despertó’ y comenzó a reír como loco cayendo al suelo y rodando como si estuviera convulsionándose.

— ¡Debiste ver tu cara, hermanito! — pataleaba mientras sostenía su hinchado estomago a causa de su risa. Yo en cambio, estaba listo para noquearlo y conectarlo a esas maquinas. Pero en vez de eso comencé a reír con él.

No podía explicarlo pero él me contagio la risa que causó su horrible y desconsiderada broma. De todas maneras las risas murieron pronto para ser reemplazadas por el reencuentro de dos hermanos que estuvieron a escasos centímetros de morir.

El solo hecho de estar juntos bastó para estar en paz con nosotros mismos. Además, era imposible repartir culpas en esta ocasión, ya que directa o indirectamente ambos fuimos responsables de lo que le sucedió al otro. No íbamos a discutir sobre algo y anteponerlo a nuestra hermandad, no importa que tan serio fuera o que tanto sufrió el otro, digo, no fue como que lo hicimos a propósito.

Después de eso bromeamos sobre muchas tonterías y jugamos juegos inventados durante horas como si nada de esto hubiera pasado. No le expliqué acerca de lo que le hizo la Dulce Princesa o la creatura en la que se convirtió para detenerme, porque ella misma quería hacerlo.

Nuestro tiempo juntos llegó a su fin una vez que Arcoíris llegó junto con sus tiernos híbridos cachorro-lluviacornio a visitar a su novio, o marido… todavía no lo tengo claro. Los pequeñines no pudieron evitar derribar a su padre en un abrazo grupal, estaban contentos de que volviera con bien. Me despedí y dejé la habitación poco después, dejando a la familia disfrutar el regreso del perro.

Cuando volví a mi habitación me encontré con la Dulce Princesa, quien esperaba en una silla de caramelo a por mí.

— Veo que tú y Jake solucionaron todo muy pronto — inquirió.

— No había nada que estuviera roto, su alteza — hago una ridícula reverencia con la intención de burlarme un poco y ella suelta una risita por ello.

Resulta que era hora de mi revisión y  necesitaba varias muestras de sangre. Me estremecí cuando sentí la sexta aguja saliendo de mi desgastada vena

— Sabes que aun odio las agujas, ¿verdad? — le digo ligeramente cansado por la pérdida de liquido vital.

— Esto es necesario, Finn — me dijo en un tono profesional, guardando su equipo médico en un maletín de melaza.

— De todas maneras, ¿para que necesitas tanta de mi sangre? — le pregunto al mismo tiempo que devoraba una bandeja repleta de galletas, un premio por resistir las dolorosas agujas además de algo necesario para evitar desmayarme.

— Tengo algunas teorías sobre tu estado. Pero necesito varias muestras para análisis.

— ¿Estado? — pregunto extrañado. Ella se acerca con una mueca de ‘¿hablas en serio?’ y le respondo con una expresión que demostraba mi incertidumbre.

— Creo que esto de la amnesia está comenzando a ser algo cansado, ¿no lo crees? — me articula la oración con un deje de ironía que caía a chorros de cada palabra.

— ¿Sabes cómo sobreviviste? — vuelve a tomar asiento en la misma silla y yo me coloco encima de las sabanas de mi cama de dulce tela. Ya era de noche pero la luz de la luna nos evitó la molestia de encender la luz.

— No tengo la menor idea — admití —. Sólo sé que Marceline nos estaba haciendo un favor a todos cuando trató de acabar conmigo — busco el lugar donde la reina de los vampiros había colocado sus colmillos, esperando encontrar dos cicatrices uniformes. En lugar de eso sólo inspeccione la piel de mi cuello hasta darme cuenta de que las marcas no estaban —. Eso es raro… — murmuro lo suficientemente fuerte como para que me oiga la princesa.

— Sé lo que piensas, Finn. Pero no eres un vampiro — se quita las gafas que llevaba puestas y las deja sobre la cómoda —. El instinto básico del virus es corromper a su víctima y cuando está no puede lidiar con los efectos secundarios de igual manera que un ser de naturaleza caótica, entonces sucede lo que experimentamos. Aún tengo que saber por qué se acopló a ti de esa manera, pero eso no es lo importante. Cuando los banana-guardias te trajeron a ti y a Jake no parabas de sangrar un líquido negro de los orificios que ella te hizo en el cuello, cuando chocaban con el suelo se evaporaban al contacto, y mientras discutíamos sobre cómo ayudarte la herida se cauterizó sola.

La declaración me sorprendió pero no podía detenerme ahí.

— Entonces… ¿estoy curado?

— El tiempo lo dirá, pero te aseguro que tampoco eres un vampiro — en realidad, no me importaba convertirme en uno, es decir, incluso quise ser uno en cierta ocasión.

La Dulce Princesa me deseó buenas noches y tomó sus cosas lista para marcharse y hacer sus pruebas.

— Si quieres que haga algo con tu heterocromía no dudes en avisarme — dicho eso cerró la puerta.

Hetero-¿Qué?, no sabía de lo que hablaba. Supongo que tiene que ser algún efecto secundario visible, ¿Por qué no me dijo directamente lo que era y me hubiera sacado de duda?

Por suerte hay un espejo en esta habitación. Agarro mi muleta improvisada hecha con el sostenedor de sueros y comienzo a caminar. Al encontrarme con mi reflejo comencé a revisarme de abajo hacia arriba buscando inconsistencias No parecía que algo estuviera fuera de lugar a excepción de mis heridas, o al menos eso pensé hasta que pude ver mis ojos.

Uno de ellos tenía su típico color azul mientras el otro un brillante escarlata. Cerré el ojo varias veces tratando de obligarlo a que cambiara de vuelta a su color original, luego de quince minutos de seguir tratando llegué a la conclusión de que no funcionará. De igual manera no se veía tan mal.

Jake y yo nos quedamos en el hospital una semana más, aburriéndonos por no haber ido en alguna otra aventura, de preferencia una que no involucrara algún virus que traería el apocalipsis. La Dulce Princesa fue incapaz de deducir algo de mi estado actual, incluso utilizamos el visualizador de auras para buscar algún indicio del virus Eureka pero no sirvió de nada. Los demás me dijeron que en partes de mi aura blanca había manchas negrizcas, pero incluso eso no sirvió como prueba contundente así que lo descartamos.

Durante nuestra estadía, Jake y yo teníamos prohibido abandonar el edificio. Nuestro único contacto con el mundo exterior eran las visitas que recibíamos. Usualmente era Jake quien recibía a Arcoíris y sus hijos, Beemo y Neptr también venían a hacernos compañía pero no duraban mucho y siempre tenían que ir a “hacer cosas de robots”.

La visita que mas esperaba jamás apareció pero si recibí la que más me sorprendió.

— ¿Cómo has estado, Finn? — Era la Reina de Fuego acercándose tímidamente hacia mí. Del tiempo que estuvimos juntos he aprendido a no fiarme del todo de sus acciones ‘inocentes’.

— Mejor que cómo estaba — le dije esbozando una sonrisa nerviosa. Estaba a su merced, no podía levantarme y correr como suelo hacerlo, será mejor actuar con tranquilidad. Por si acaso, mi dedo estaba sobre el botón que llama a las enfermeras.

La conversación fue bastante amena y sin ningún incidente que lamentar. Me contó sobre lo ocurrido en las cercanías de su reino entre mi forma demoniaca y ella, no sin antes jurarme que los habitantes que ataque estaban heridos pero fuera de peligro. Yo esperaba que la próxima conversación, luego de nuestra ruptura, fuese para discutir lo sucedido en sus aposentos aquella tarde de otoño y no pidiéndonos disculpas el uno al otro.

Puede que ahora podamos convivir en paz sin tener que arrancarnos la cabeza en cada encuentro que tengamos. De igual manera era más probable que ella ganara. Tratamos de despedirnos de la forma menos incomoda y terminamos dándonos un apretón de manos que me quemó hasta el alma. Ella dijo que iría a visitar a alguien más y se fue, sin pedir disculpas por mi mano quemada.

Como estaba imposibilitado, tuve que confiarles a varias personas la tarea de encontrar a Marceline. Había memorizado los lugares que ella alguna vez llamó hogar y también aquellos que frecuentaba. No pude decirle a Beemo o a Neptr que fueran a  alguno de ellos por ser muy arriesgados, el Pan de Canela no llegó muy lejos, y el Rey Helado pidió la mano de la Dulce Princesa a cambio de ayudarme. Al final fue Mentita quien estuvo dispuesto a ayudarme. Cuando volvió, extremadamente rápido por cierto, de todos los lugares que mencioné, me dijo que Marceline se había esfumado de Ooo.

Nadie escuchó de ella en semanas, los muertos vivientes que estaban bajo su mando volvieron a sus tumbas una vez que su ama desapareció y las numerosas casas que poseía estaban deshabitadas, incluso la casa dentro de la cueva donde ella residía aún estaba hecha añicos.

Me era difícil de aceptarlo, pensé durante días que algo le había pasado y no dejé de preocuparme por su seguridad. Luego llegué a la conclusión más simple. No quería que nadie la encontrara.

No puedo saber lo que ella ha vivido y ciertamente no puedo experimentarlo, ya que ella se niega cada vez que le hago la petición de que me convierta en vampiro. La experiencia que tiene en cada ramo que pueda imaginarme es casi absoluta, si ha podido copar con las emociones por tanto tiempo tendré que confiar en ella.

Me disculparé por ser tan terco cuando la encuentre.

Cuando salimos del castillo, tras despedirnos de todos, nos topamos en el camino con una cabeza degollada. Jake y yo nos asustamos por la aparición y el que estuviera hablando no ayudo mucho a calmarnos.

— Tú debes ser Finn, he oído mucho de ti últimamente — me habló como si ya nos hubiéramos encontrado antes.

— ¿Te conozco? — mi pregunta pareció haberlo ofendido.

— Me sorprende que no sepas de mí, héroe. Soy Jack — me dice alzando el mentón del nivel del suelo, supongo que si tuviera un cuerpo estaría haciendo alguna pose de superioridad.

— ¿…Quién? — le digo con toda sinceridad.

— Olvídalo…— dice decaído —. ¿Te importaría regresarme a mi cuerpo? Es ése de allá.

 Cerca de los pastizales veo cómo un cuerpo sin cabeza baila al compás de una música invisible seguido de cerca por animalitos del bosque. Jake toma la cabeza del tal Jack.

— Yo lo hago.

— Gracias extraño perro amarillo con poderes mágicos, hasta la próxima Finn.

— Sí, espero que nos veamos pronto — me despido y veo cómo Jake adopta la forma de una catapulta para mandarlo directo a su cuerpo. Lo malo fue que al caer sobre su cuerpo asustó a los animales y comenzaron a atacarlo, una vez que se adentró en el bosque no lo volví a ver.

— Hermanito, ¿Quién era ese? — me pregunta Jake.

— No lo sé, pero espero jamás volver a verlo — le respondo asustado por el encuentro que tuvimos con la cabeza cercenada. Lo bueno es que es muy probable que no lo encontremos de nuevo. Espero que sea así.

Camino a la casa del árbol Jake me dice que se quedaría en casa de Arcoíris junto con los niños, y que se llevaría Beemo para entretenerlos con sus videojuegos y que Neptr vendría a repartir sus pasteles.

Una vez que llego a la casa me desplomo en el sofá. No porque esté cansado sino porque quería sentir una pequeña parte del hogar al que no había vuelto en mucho tiempo. En algún momento tendré que ir arriba a dormir para ahorrar energías y empezar la búsqueda por la mañana. Nada podría moverme de aquí.

Cuando empiezo a conciliar un poco de sueño es cuando algo cae sobre mi rostro, sorprendiéndome. Me levanto sosteniendo la prenda que aterrizó en mí. Al inspeccionarla me doy cuenta de que se trataba de mi sombrero.

No puedo creer que olvidara que ya no lo traía puesto, ya que es una de mis más valiosas posesiones… además de ser asombroso. Noto de inmediato que ya no tiene esa forma que cubría completamente mi cabeza, a excepción del ovalo que dejaba a la vista mi rostro. Ahora tiene dos correas y parecía haber sido cocido de vuelta.

— Estaba destrozado — escucho a una voz familiar detrás de mí —. Espero que no te importe que lo haya arreglado — olvido la nueva versión de mi gorro por un momento y me concentro en la voz. Volteé rápidamente para confirmar mi teoría sobre quién era la dueña.

Una vampira me saluda animosamente mientras mi cerebro hace un verdadero esfuerzo por volver a andar. Mi garganta se secó y empiezo a vociferar palabras inexistentes. Mi primer pensamiento coherente es responder el saludo de alguna forma, pero me quedo inmóvil en el mismo lugar.

Pensé muchas veces en lo que haría, en lo que diría si volvía a encontrarme con ella y en esos pensamientos yo parecía tener un verdadero don con las palabras. Tal parece que mi imaginación si es poderosa.

— Finn… ¿estás bien? — me dice en un tono que podría llamar inseguro, si es que pudiera usar esa palabra con ella. Está usando la misma blusa teñida de un oscuro color rojo, que llevaba la última vez que la vi, combinada con unos jeans holgados y no parecía llevar calzado alguno. Su cabello estaba perfectamente desordenado y… por Glob, se veía espectacular.

 ¿Qué hubiera hecho alguien más en una situación así? Luego de pasar por lo mismo que nosotros para llegar aquí. Lo que hice fue tropezarme con el sillón en un intento de correr a abrazarla invadido por la emoción del momento. De verdad no soy muy sutil.

Mientras yazco en el suelo al lado de un mueble volteado, puedo sentir como una suave mano alza mi cabeza y la coloca en su regazo. No me siento particularmente mal, aunque mi cabeza está dando vueltas. Tal vez el mundo se salió de su eje y estamos dando más de mil vueltas por segundo.

— ¿Estás bien? — pregunta nuevamente. Sé la respuesta exacta pero mis labios se niegan a moverse para romper con mi expresión de sorpresa. Ella revisa cada parte de mi cuerpo que está a su alcance, supongo que piensa que acabo de lastimarme de verdad.

Cuando termina con el resto de mi cuerpo, comienza a examinar mi rostro. Sus manos recorren mi barbilla, masajean mis mejillas, y se hunden en mi cabello. Lo estoy disfrutando y no tengo planeado decirle, todavía, que estoy bien.

Ella se da cuenta de que estuve mirándola a los ojos todo el tiempo. Desde hace tiempo que no sabía nada de ella, suficiente como para olvidarme de aquellos detalles que mi subconsciente no determinó como importantes. No podía perdonarme eso así que me prometí que sería una de las partes en la que me concentraría durante nuestro reencuentro.

Durante un buen rato nos quedamos de esta manera. El silencio era reconfortante y con gusto estaría así por lo que me quedara de vida. Ambos sabíamos que teníamos que romper el silencio, en especial yo.

—…Ahora lo estoy — eran las palabras que quise soltar hace unos minutos (¡podrían ser horas hasta donde sé!) pero fui incapaz expresar. Ella sonríe ampliamente, entonces veo algunas lágrimas amenazando por caerse de sus ojos. Me siento a unos centímetros de ella, sin perder completamente el contacto físico que tanto he disfrutado. En un reflejo mi mano se postra en su mejilla y comienza a limpiar con el pulgar el rastro que ya había formado una de las gotas.

Casi de inmediato, sostiene mi palma y comienza a acariciarla contra su mejilla. Esta vez, soy incapaz de detener su silencioso llanto, pero no dije nada al respecto. Me siento impotente al verla llorar así, pero también me invade la necesidad de expulsar algunas lágrimas por nuestro reencuentro.

Instintivamente acerco mí frente a la suya en espera de su respuesta. Ella deja de sollozar por unos instantes cuando ve lo que estoy tratando de hacer. El rubor que aparece en sus mejillas me hace implorar que no sea por el llanto de hace unos instantes y que yo haya sido su causante.

Aprovecho que mi mano derecha aún está en el mismo lugar para sorprenderla con un beso. Este parece un mejor recuerdo, repito en mi mente. La sensación del contacto de sus labios contra los míos es indescriptible pero aun así soy capaz de gozarlo. Siento cómo cada gramo de energía vuelve a mi cuerpo, soy invencible y soy capaz de hacer cualquier hazaña. Una chispa se enciende y me obliga a profundizar el contacto labial en busca de un poco más de esa sensación.

Me separo de ella tratando de recobrar el aliento que perdí, la falta de oxigeno jamás me había parecido tan trivial. Ella es un ser sobrenatural que no necesita aire para sobrevivir, incluso así, veo cómo abre y cierra la boca en pequeños lapsos como si se tratara de un pez alejado del agua.

Se puede ver también en su rostro la impaciencia de volver a comenzar nuestro acto… la cual yo también tengo. Hago que se recueste y tan pronto como su espalda toca el piso de madera, vuelvo a tratar de devorarla en un beso más apasionado.

Sé que soy un mal narrador y no tiene caso dar reseñas sobre algunas cosas. Además, creo que hay detalles escabrosos sobre lo que ocurrió después y que es mejor omitir muchos, sino es que todos ellos.

Desperté en mi cama varias horas después, la iluminación constaba de, al menos, una docena de velas. La luz natural había sido bloqueada por persianas, cortinas y una barricada improvisada que detenía el paso de rayos UV por el agujero que yo había formado.

Doy un largo respiro e intento estirarme pero algo me lo impide. Una ligera presión en mi pecho me hizo pensar dos veces antes de moverme con brusquedad. Al mirar hacia abajo me encuentro con el más bello rostro que había visto en mi vida. Su cara reposaba pacíficamente y no le parecía molestar el movimiento que mis desconsiderados pulmones hacían.

Un mechón fuera de lugar se interponía en mi vista perfecta, al moverlo y acomodarlo detrás de  una de sus orejas logré que ella se despertara. Sus ojos negros apenas se asomaron para tratar de averiguar la causa de que interrumpiera su sueño. No parecía tener la fuerza suficiente para levantarse en lo más mínimo.

 — ¿Qué sucede, Finn? — murmuró contra mi piel.

Dejé pasar unos segundos antes de responder para así disfrutar de su adorable expresión.

— Nada Marcie, vuelve a dormir — le dije, sintiendo un nudo en el estomago por verla así. Se acurrucó lo más que pudo contra mí y cayó nuevamente en un profundo sueño.

Tuve suerte de que Jake llamara para avisarme de que él y los demás se quedarían más tiempo en casa de Arcoíris. De haber llegado se hubiera exaltado, por obvias razones, aunque creo que  los gemidos que escuchó por el teléfono pondrían su radar en alerta.

Marceline tendría que contestar preguntas sobre lo que hizo para que yo aún siguiera con vida, sin necesidad de convertirme en un vampiro. También me explicaría el porqué de su desaparición.

Pero ahora no. El sueño vuelve a caerme de lleno y el cuerpo de Marceline me obliga a quedarme en el mismo sitio. No me opongo en lo mas mínimo a sus exigencias, y mientras cierro los ojos grabó en mi mente la serena imagen de la mujer que sostengo entre mis brazos.

Suspiro su nombre de manera alegre antes de hundirme entre las sabanas blancas.

Comments0
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In